jueves, 23 de octubre de 2014

Carlos Sahagún













Ruiseñor



Ven otra vez a consolarme,
ruiseñor que sabes medir
la angustia del tiempo, su mínima
luz dorada, su inconsistencia.
Aunque tengas delante el límite
de la noche, aunque surjan sombras
alrededor de tu garganta,
devuélveme el espacio invicto
lanzando al cielo del ocaso
tu trino cálido, lo inerme
de la memoria, el fulgor último
con que prolongas el milagro.
Ruiseñor que al cantar propagas
la eternidad del goce efímero,
dime el secreto de los vientos
que vienen de la infancia, acerca
tu insistencia en la luz velada
a este horizonte desvalido,
pon entre tanta pesadumbre
la obstinación de tus violines
y, cruzando bosques y muros,
ven otra vez desde el olvido
a consolarme, a lastimarme.