miércoles, 21 de enero de 2015

CARTA DE UN LECTOR




    Vas doce años por delante de mí en este camino de la vida, y sin embargo siento que seguí la estela de algunas de tus inquietudes y tus descubrimientos en esta Valencia de nuestra infancia: el colegio Teodoro Llorente, los barrios de Nou Moles, La Pechina y Botanic con sus solares de entonces, sus lagartijas, sus futbolines; edificios con porteras de las de antes, los cupones de las droguerías, disciplina militar y botellas de leche en los colegios; atribulados vecinos, fatigados por el libertador peso de la España de la transición, … Muchos de los objetos cotidianos que manipulabas en tu infancia, hoy obsoletos, todavía pasaron por mis manos, y ahora leo tu libro y disfruto recordándolos contigo. Y aquellos veraneos sencillos e idílicos a la vez,…
    Estos y otros recuerdos son los que me evoca tu libro, estos Cuadros y reclamos de un tiempo sin malicia, escrito desde la introspección, con inteligencia, ironía, y amenidad. También con un agudo sentido filosófico, y con el adecuado sesgo hacia aquellos estímulos relevantes en los estadios vitales y los ambientes que abordas, que radiografías con tu personal informe clínico, desde la perspectiva del tiempo y de la madurez, ya desde un entorno social que ha cambiado mucho en poco tiempo.
    Los pasajes en los que describes tu niñez me resultan más frescos y divertidos; los de la juventud, más complejos, aunque creo que logras salir vivo de tu arduo propósito: diseccionar la progresiva percepción y asimilación que un joven tiene de los ideales políticos y culturales que le rodean, de las modas y tendencias de determinados grupos sociales, así como su asunción o repulsión.
    Te detienes en los ambientes políticos, y antes en los interesantes ambientes literarios, desentrañando algunos misterios del mundillo, llevándote al lector a aquellas tertulias de aquellos pisos de alquiler, dándonos asiento al lado de poetas o incipientes escritores que trataban de conciliar sus influencias políticas con el prototipo de escritor indolente y nihilista, y vemos cómo en medio de esa maraña inicias tu propia andadura, con tus obras; y cómo esas obras tienen su razón de ser, y por qué tienen ese fondo y esa forma.
    Esta obrita autobiográfica es todo un regalo para tus hijos. Yo no he tenido la suerte de que mi padre haya escrito sus memorias, y mi trabajo y mis horas de interrogatorios me ha costado sonsacarle aspectos de su vida que tengo escritos sin ningún rigor en papeles desperdigados. Ya me gustaría que me los diera así, compilados y tan magistralmente redactados, y con reflexiones como la de las pgs 58-9, o esa otra sobre la infancia que dice: “la realidad, lejos de resultar aun un lugar extraño, le acogía blandamente con sus lazos familiares y sus rutinas esperanzadas”. Pero bueno, él tiene otras virtudes. Entre las tuyas está la de escribir bien.

 Francisco José Cubel Rodríguez

jueves, 15 de enero de 2015

UN MANUSCRITO DE CÉSAR SIMÓN











Cambios realizados


v.1a: "Estabamos en la choza"

v.1b: "de tierr"

v.1c: "tejados de arroz/de hierba/de arcilla"

v.4: "y las perdices/y las olivas"

v.5: palabra ilegible (¿"cuero"?)/"cuero"

v.6: "sin fondo alguno"/"no del todo sinceras"

v.7: entre paréntesis, "rota por las"

v.8: llamada desde "surcaba": "que significaba"

v.10a: "no la temía/no la esperaba"

v.10b: llamada desde la anterior: "la ignoraba o quizá la ahuyentaba"

v.14a: "los vellos de los cardos". En la versión definitiva: "las plumas de los cardos".

v.14b: "por el zaguán" /"en el zaguán"

v.15: "telas de araña muertas". En la versión definitiva "telas de arañas muertas"

v.17: "o tal vez una rata". En la versión definitiva: "-o tal vez una rata-".

v. 20:"y se presentía las superficies/ los azogues oscuros/ brillantes/oscuras/ de/en/ las tinajas/ jarras de aceite"/

v.21: "al tiempo" o quizá "del tiempo" seguido de "quemados"

v.26: "se le posó(en) su pelo".  Sobre "posó" se añade "silenciosa". En la versión definitiva: "mi mano le rozó el cabello".

v.28a: "mientras golpeaban las puertas del desván/ "mientras se oía el vacío del desván"

v.28b: "y se filtraba la luz por/y se filtraban las luces"

v29:  sobre el verso aparece tachado "el umbral"

v.32a: "amortajar a los muertos/los cadáveres"

v.32b: ilegible:¿"movernos"?

v.34a: "me parecía bovina, frontispicio, sus ojos"/me parecía bovina, frontispicio de ojos".

v.34b: "profundamente"/turgentemente"

v.37: "husmeando (en el yeso) y luego"

v.39a: "el señor del (gran) retrato"

v.39b: tachado "las tinajas"

v.40: aparece el plural entre paréntesis: "estancia(s) mortuoria(s)"

v.41: aparece entre paréntesis "siglo": "del (siglo) XVIII"


lunes, 12 de enero de 2015

DE LAS EXIGENCIAS DEL TIEMPO




    En el eficaz desempeño de su labor algún chivato de la policía social debe de haber avisado sobre lo que está sucediendo en esta parte del mundo. Visto y no visto, finalmente tenemos compañía. De un furgón policial, empiezan a salir unos tipos grandes y preparados a colaborar, si es necesario, en el devenir de la más reciente Historia española. Su actitud remolona  y desorientada es síntoma significativo, sin embargo, de las contradicciones sociales que se están viviendo en el país. Mis propias dudas y contradicciones también asomarán enseguida, porque la disyuntiva a la que se enfrenta el grupo está clara: o se asume la responsabilidad de ejecutar el mandato del Partido, tranquilizar a los policías, iniciar una charla distendida con ellos sobre el pluralismo ideológico, o bien se sale corriendo como locos lo antes posible y sin mirar atrás. Opción que, camaradas traidores, escoge la mayoría.
    Hasta ese momento nunca me he tenido por héroe, ni siquiera por persona especialmente valerosa, y si deseo llegar a serlo alguna vez, elijo, desde luego, el peor día para iniciarme en semejante carrera. Quizá por testarudez o porque considero que ésa va a ser mi aportación más clara a la Transición política, decido quedarme allí plantado, como el torero en medio de la plaza, junto con dos camaradas más, Vicente Caramelo y una chica pequeñita y de pelo rizado a la que he visto en alguna reunión.
    La verdad es que no se puede decir que los policías nacionales tengan mucha prisa en acercarse, en realidad parecen verdaderos funcionarios del orden público; se les ve desganados, saltando del camión de uno en uno y arreglándose un poco la ropa de trabajo —la porra, la pistola, el abrigo, el casco protector— como si sus mujeres les tuvieran dicho que no arrugasen el vestuario. No pueden quitarse de encima el aburrimiento del que llega al taller cada mañana para hacer el mismo trabajo todos los días, sabiendo de antemano que su desempeño es poco importante y nadie lo va a valorar demasiado. Es una desidia que también reflejan los más convencidos teóricos del Régimen, una especie de crisis espiritual de gran complejidad. En la mente profesional de un policía esta complejidad se simplifica bastante y se reduce a la disyuntiva siguiente: ante un elemento subversivo, ¿hay que repartir o no hay que repartir?
    Sólo el que comanda el pelotón de escépticos, que debe hacer que se gana el sueldo, se aproxima con dos policías. Es un tipo regordete, lo que le podría dar un aire flemático, a no ser por el color sanguíneo de su cara que desmiente tal pachorra y habla de una persona hipertensa, hecha al carajillo y con ganas de demostrar lo bien que trabajaba antes. Lee la pancarta sin mucho interés y ordena que la retiren con un gesto de la mano. Nos pide los carnés de identidad, como el portero que corta las entradas de un cine, y se los mete, sin mirarlos siquiera, en el bolsillo. Pensamos que ése es el momento oportuno para demostrar lo que se nos ha enseñado. Echamos mano mentalmente del esquema de ideas que llevamos bien aprendido y probamos su resultado. Tal esquema consiste en hacer reflexionar a aquel bruto sobre los siguientes asuntos:

 

1) Que el motivo de nuestra presencia allí es expresar nuestra más respetuosa disconformidad con la detención del ciudadano Santiago Carrillo. Como respuesta, pero sin mucho énfasis, el policía al mando realiza un inoportuno comentario sobre el mencionado líder de la izquierda democrática española. Ello es astutamente usado para aclarar que, sin ánimo de contradecirle, el antedicho líder ha demostrado en discursos y conversaciones privadas su disposición a favorecer el desarrollo pacífico de la democracia naciente.
2) Que la democracia llamada de mierda es la voluntad del pueblo español. Que esta voluntad será el punto de partida de una sociedad que desea un cambio de formas de vida a través de un sistema moderno de partidos.
3) Que, en cualquier caso, ya es sabido, público y notorio que algunos partidos políticos han pedido su inscripción como tales. Aquí conviene aludir a antiguos procuradores del Régimen, convertidos desde la democracia orgánica a la causa del sufragio universal. Otros están a punto de hacerlo, de acuerdo con las bases establecidas por el propio presidente Suárez. Aquí lo más realista es no citar ningún nombre en concreto y dejarlo, simplemente, en “Presidente del Gobierno español”.
4) Que, dadas las anteriores consideraciones y habiendo expuesto todas las circunstancias del caso que nos ha reunido, lo más aconsejable es que tratemos todos de comportarnos como personas civilizadas. Que hagamos una valoración conjunta de la situación a fin de sobrellevarla de la forma más racional y cómoda para todos los allí presentes.

        El oficial de aquel escuadrón, no muy dado a intercambiar pareceres en horas de trabajo, nos pide que permanezcamos allí un momento y se va para el furgón a comprobar los datos de nuestras tarjetas de identidad. Mientras tanto, después de un breve instante de abandono de cada uno a sí mismo, Vicente Caramelo, el más antiguo y experimentado de la partida, nos reúne con una seña y nos da algunas consignas para hacer frente a las circunstancias.